¿Qué es el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad?
Legalmente, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad puede definirse según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales Quinta Edición (DSM 5). Debido a las ciertas deficiencias que han denunciado expertos, el trastorno se definirá según el DSM IV-R y el DSM 5. Según la Asociación Americana de Psiquiatría (2000), la característica principal que define el trastorno por déficit de atención e hiperactividad es “un patrón persistente de desatención y/o hiperactividad-impulsividad, que es más frecuente y grave que el observado habitualmente en sujetos de un nivel de desarrollo similar” (p. 82). Para diagnosticar este trastorno deben considerarse ciertos síntomas por un periodo mínimo de seis meses. Según la Asociación Americana de Psiquiatría (2000), estos síntomas pueden haber causado dos problemas, y aparecer antes de los siete años, aunque en el 2014 se modificó la edad hasta antes de los 12 años. Para hacer un diagnóstico de este trastorno “deben existir pruebas claras de un deterioro clínicamente significativo de la actividad social, académica o laboral” (p. 89). Los síntomas no se presentan de manera exclusiva en el transcurso de un trastorno y no tiene mejor explicación ante la presencia de otro trastorno.
Los síntomas están clasificados bajo tres vertientes: desatención, hiperactividad e impulsividad (Asociación Americana de Psiquiatría, 2000). Seis o más síntomas de desatención deben persistir por seis meses mínimo, con intensidad desadaptativa e incoherente al nivel de desarrollo. La Asociación Americana de Psiquiatría (2014) establece que en individuos de 17 años o más se requieren mínimo cinco síntomas. Estos síntomas son:
• frecuentemente no presta la atención necesaria a los detalles y puede cometer errores debido al descuido en tareas académicas, laborales u otras actividades.
• frecuentemente se le dificulta mantener atención en tareas o actividades de diversión.
• frecuentemente parece que no escucha cuando le hablan directamente.
• frecuentemente no cumple con las instrucciones y no termina tareas académicas o del lugar de trabajo.
• frecuentemente se le dificulta organizar tareas y actividades.
• frecuentemente evita o se niega a realizar tareas exigentes de un esfuerzo mental sostenido.
• frecuentemente pierde objetos que son necesarios para realizar tareas o actividades
• frecuentemente es distraído con facilidad por estímulos irrelevantes.
• frecuentemente se muestra descuidado con actividades de cada día.
Seis o más síntomas de hiperactividad-impulsividad deben persistir por seis meses mínimo con intensidad desadaptativa e incoherente al nivel de desarrollo. La Asociación Americana de Psiquiatría (2014) establece que en individuos de 17 años o más se requieren mínimo cinco síntomas. Los síntomas para hiperactividad son:
• frecuentemente mueve las manos o pies excesivamente o no permanece en su asiento.
• frecuentemente no permanece en su asiento durante clase o en otro momento en que debe permanecer sentado.
• frecuentemente corre o salta excesivamente en momentos inapropiados. En adultos puede ser inquietud.
• frecuentemente se le dificulta mantener la tranquilidad para jugar o participar de actividades de ocio.
• frecuentemente se comporta “como si lo impulsara un motor” (p. 35).
• frecuentemente habla excesivamente.
• frecuentemente anticipa respuestas sin haberse terminado una pregunta.
• frecuentemente se le hace difícil esperar su turno.
• frecuentemente interrumpe o se entremete en actividades de otros.
Estrategias e Intervenciones
En la actualidad existen diversos métodos para tratar el déficit de atención e hiperactividad. En una manera que no incorpora las destrezas humanas, pueden llegar a usarse medicamentos que pueden utilizarse como estimulantes (Instituto de Salud Mental, s.f.). El medicamento considerado como estimulante tiene un efecto calmante en los niños con déficit de atención e hiperactividad. También hay otros medicamentos no estimulantes que funcionan diferentes. En muchos niños los medicamentos “reducen la hiperactividad y la impulsividad y mejoran la capacidad para concentrarse, trabajar y aprender, además de mejorar la coordinación física”.
Al hacer una exploración sobre las estrategias e intervenciones, se identificaron diversas herramientas que serían útiles para trabajar el déficit de atención con hiperactividad. Según de Burgos Marín et al. (s.f.), se pueden establecer estrategias psicológicas directas para la atención y la impulsividad. Algunas estrategias para padres, relacionadas a la atención, son:
• Establecer y mantener estructura en el hogar: horarios constantes y evitar estímulos llamativos.
• Acompañar a los niños a hacer actividades que requieran alta atención. Mientras pase más tiempo, se va dejando al niño solo por un periodo de tiempo más extenso.
• Si parece que el niño no le oye, debe sujetar sutilmente la cabeza con las manos, fijar la mirada y hablarle en tono suave pero firme. Luego, se requiere solicitar al niño que repita lo que se ha dicho. De no recordarlo, se repite el mensaje en el mismo tono.
Estrategias relacionadas a la impulsividad:
• Se deben establecer normas para que el niño conozca qué hacer y no hacer en cada momento. Estas normas deben ser: claras, específicas, comprensibles, no contradictorias, cortas, en cantidades breves y darse individualmente.
• Se sugiere proveer unas normas breves, claras y concretas de comportamiento al estar en un lugar con muchas personas. Si el niño se pone nervioso, se debe llevar a un lugar tranquilo hasta que se calme. De igual manera, se debe reforzar el esfuerzo del niño al seguir las reglas, lo que les hace saber que es capaz de seguir lo establecido.
• Se deben comunicar con anticipación los cambios de rutina.
Entre otras estrategias, de Burgos Marín et al. (s.f.) sugiere la técnica del “tiempo fuera”. Esta técnica conlleva retirar al niño de todo lo que le parezca atractivo por un periodo de tiempo. Luego, se le ubica en un lugar no atractivo ni lejano y evita todo tipo de refuerzo. Esta técnica se debe usar a un minuto por cada año de edad.
En la escuela, el maestro debe basarse en la supervisión constante, las herramientas básicas y proporcionar información de manera individual. De igual manera, puede usar las mismas estrategias sugeridas anteriormente para padres, enfocadas en el escenario escolar. Algunas técnicas que puede utilizar son: extinción, técnica “tiempo fuera” y el establecimiento de normas. Para los maestros, el establecimiento de normas conlleva: usar lenguaje positivo, acordar consecuencias de no cumplir las normas, hacer lista de lo que se pretende alcanzar y usar material visual. Por otra parte, el Centro Nacional de Diseminación de Información para Niños con Discapacidades (2010) expone que en el escenario escolar se puede ayudar al niño mediante la evaluación para elegibilidad de servicios de educación especial. El maestro puede enseñarle al estudiante cómo usar un cuaderno de asignaciones y planificar un horario por día. Además, puede enseñar destrezas de estudio. De igual manera, menciona que el maestro debe indicar las instrucciones paso por paso, tanto oral como por escrito. En conjunto con el padre, se debe crear una planificación educativa para atender las necesidades del estudiante.
Al enfocar en adultos, el Instituto de Salud Mental (s.f.) expone que al asistir a consejería profesional o psicoterapia se puede ayudar al adulto con el trastorno a aprender a “organizar su vida con herramientas como: calendario o agenda, listas, recordatorios y asignando un lugar particular para colocar materiales importantes” (p. 18). El terapista puede utilizar la terapia conductual cognitiva para ayudar a modificar la imagen negativa que tiene el adulto de sí mismo.
Referencias
Asociación Americana de Psiquiatría (2000). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (4 ª ed., Texto rev.). Washington, DC.
Asociación Americana de Psiquiatría (2014). Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM. Arlington, Arlington, VA.
de Burgos Marín, R., Barrios Agrafojo, M., Engo Pita, R., García Calero, A., Gay Pamos. E., Guijarro Granados, T., y Sánchez Vázquez, V. (s.f.). Trastorno por déficit de atención con hiperactividad: Guía para padres y educadores. Universidad de Córdoba, Córdoba: Glosa, S.L.
Centro Nacional de Diseminación de Información para Niños con Discapacidades. (2010). El Trastorno por Déficit de Atención/Hiperactividad. Recuperado de http://www.parentcenterhub.org/wpcontent/uploads/repo_items/spanish/fs19sp.pdf
Instituto de Salud Mental. (s.f.). Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad. Departamento de Salud y Servicios Humanos: Estados Unidos: Institutos Nacionales de la Salud.